sábado, 1 de abril de 2023

El programa de metalurgia y el SATI: testimonio de Carlos Martínez Vidal

Durante los días 16 y 17 de diciembre de 1971 la Comisión Nacional de Estudios Geo-Heliofísicos (CNEGH) organizó en el Observatorio Nacional de Física Cósmica un Seminario destinado a discutir una estrategia para la programación de una política de transferencia de tecnología. En otro texto he dado cuenta de algunos de los principales temas debatidos entonces. En este caso me limito a transcribir (ligeramente editado) el relato presentado por Carlos Martínez Vidal acerca del Programa de Metalurgia creado a impulsos de Jorge Sabato, así como del Servicio de Asistencia Técnica a la Industria (SATI), que constituyó una experiencia pionera en el difícil terreno de transferir conocimiento científico y tecnológico a la industria local. El SATI puede ser considerado como una primera experiencia coherente y sistemática de vinculación con el sector productivo. Creo que el texto que sigue tiene un interesante valor documental y que transmite adecuadamente el “espíritu de los tiempos”, las convicciones y la voluntad de emprender proyectos que transformaran la realidad. Más allá de explicaciones de políticas y económicas del ocaso de algunos de esas iniciativas, es decir, más allá de una historia completa de la decadencia argentina, creo que como país hemos perdido gran parte de aquel activismo optimista que no nos vendría mal tratar de recuperar. 

"El 23 de marzo de 1961 la CNEA y la Asociación de Industriales Metalúrgicos (ADIMRA), firmaron un convenio que permitía a los industriales contar con un servicio de asesoramiento científico-tecnológico de “extraordinaria utilidad para el desarrollo y perfeccionamiento de la metalurgia de transformación”. Este servicio, denominado Servicio de Asistencia Técnica a la Industria (SATI), se constituyó en el primer organismo sin fines de lucro nacional encargado de estrechar formalmente una relación fluida entre una institución de Ciencia y Técnica y el sector productivo. En el acto de firma del convenio, el entonces presidente de la CNEA, Oscar Quihillalt, afirmó: “con la creación del SATI, la CNEA cumple sencillamente con el deber que, como organismo estatal, tiene de hacer revertir hacia la sociedad que la sustenta parte de los bienes que de ella misma recibe”. Además, agregó: “la CNEA tiene una razón específica para desear el perfeccionamiento de la industria metalúrgica nacional; la generación y utilización de energía nuclear exige contar con el apoyo de una sólida industria auxiliar” . Junto con las declaraciones de Quihillalt, el entonces presidente de ADIMRA, Victor Prati, afirmó que el SATI respondería a la necesidad de las industrias de elevar “su nivel tecnológico”.

Enríquez, Santiago (2012). Significación de la transferencia de Tecnología en la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA): un análisis histórico-comparativo. En: Fundamentos en Humanidades Universidad Nacional de San Luis – Argentina Año XIII – Número II


Habla Carlos Martínez Vidal:  

Trabajo en la Comisión de Energía Atómica desde hace 17 años y he colaborado en crear un mecanismo de transferencia al sector industrial. Soy también testigo de las motivaciones de un grupo de investigadores entroncado en la realidad argentina. Nuestro grupo de metalurgia surgió alrededor de 1955 con gente que no entendía nada de metalurgia pero sabía pensar. Se formó con un bioquímico, un ingeniero aeronáutico, un mecánico electricista y un profesor de física que era el único que había hecho alguna experiencia en metalurgia. Estos formaron el grupo inicial. Lo primero que detectaron fue, obviamente, su ignorancia. Empezó entonces la tarea de capacitación y formación. Se comenzó con un ampuloso “Primer curso de posgrado en ingeniería metalúrgica” en 1955. Luego completaron su formación en el exterior. Entre 1956 y 1958 enviamos unas diez o doce personas a estudiar fuera del país. Algunos obtuvieron su doctorado y otros hicieron trabajos de investigación especializándose en metalurgia.

Al volver, alrededor de 1958 a 1960, se encontraron con algo que estimo muy importante: un ambiente científico serio en la Comisión Nacional de Energía Atómica. Este organismo, que había sido creado por un affaire lamentable, se convirtió en un instituto serio. Entre el 1955 y 1960 se descubrieron en la Argentina de 10 a 12 nuevos isótopos y el grupo de radioquímica era uno de los más importantes en el mundo. En ese momento estaban en la Comisión de Energía Atómica los investigadores que no habían podido entrar a la Universidad o que habían sido expulsados de ella: los físicos, los matemáticos, los químicos, es decir, la élite intelectual de las ciencias básicas. Había un ambiente científico creativo muy serio cuando empezó el trabajo de nuestro grupo destinado a crear en la Argentina algo que no existía: la tradición académica en metalurgia.

Expansión. Entre 1958 y 1959, cuando no existía el full-time, la obligación de toda la gente que estaba en nuestro laboratorio era la dedicación exclusiva no compatible con nada. Se nos acusó en ese momento de despoblar la Universidad, de no querer colaborar, pero por otro lado logramos que una cantidad de profesores se sintieran sumamente tranquilos, satisfechos y felices de nuestra decisión de no entrar en la facultad y de no competir. Alrededor de 1059 o 1960 se creó en La Plata la carrera de ingeniería metalúrgica. Se creó también la Escuela de Posgrado de Metalurgia en la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires. En la Universidad Católica de Córdoba se creó la carrera de ingeniería metalúrgica y lo mismo ocurría en la UNT la carrera de Ingeniería Metalúrgica. En ese momento creamos la Escuela de Física de Bariloche. Fue creada por la Comisión con un doble propósito: por un lado, compensar la inoperancia en que se debatían las universidades nacionales en ese momento y, por otro lado, alimentar con recursos humanos a la Comisión. Es así como los físicos de Bariloche salían con dos especialidades: especialidad nuclear y especialidad en física del sólido. La física del sólido nos daba la alimentación fundamental de nuestra actividad. Desde el comienzo, este Grupo de Bariloche estuvo fuertemente ligado a nosotros y los primeros profesores que tuvo fueron gente nuestra, lo que nos permitió establecer una interconexión muy grande.

Experiencia fracasadas. Ya habíamos apreciado el fracaso relativo de institutos de renombre internacional como el BISRA (1) inglés o el IRSID (2) francés y los problemas que se estaban presentando en la industria norteamericana en el sector metalúrgico. Después de la guerra, Estados Unidos seleccionó una tecnología obsoleta -los hornos Siemens Martin- como tecnología de refino de arrabio para convertirlo en acero. Entre 1946 y 1949 en Austria se había creado el proceso de oxígeno básico Linz-Donawitz (LD), de alta eficiencia y alta rentabilidad. Por falta de comunicación entre los sectores básicos y aplicados, así como por la incomunicación entre los sectores externos, cada país europeo e incluso USA tenían en ese momento sus fronteras culturales y técnicas cerradas. En Alemania se leía solamente bibliografía alemana; de casualidad pasaba algún trabajo en inglés o francés. En Francia, solamente francesa. La consecuencia de esa conducta fue la selección de una tecnología obsoleta. En 1962 hicimos en Argentina una reunión internacional sobre el “Impacto de la metalurgia física en la tecnología”, a la que vinieron los 14 o 15 científicos y tecnólogos más importantes del mundo: rusos, alemanes, ingleses y franceses. La discusión fue cerrada, pero sumamente fructífera. Ahí terminamos de ver que efectivamente las falsas barreras eran el problema. Toda nuestra estrategia futura la basamos en eliminar estas barreras. En los grupos se fijó como objetivo hacer tecnología. El grupo que estaba trabajando en solidificación y que hablaba de los problemas de predendritas y estados predendríticos de ciertos metales con nueve grados de pureza tenía como objetivo mejorar ciertas características de fundición. Es decir, dentro de su campo, pero avanzando en la parte tecnológica. En definitiva, procuramos integrar y dar una continuidad a estos tres sectores. De esta manera estábamos creando una herramienta, y si uno crea una herramienta, obviamente es para que sea usada.

El SATI. Para usar la herramienta que habíamos creado hicimos un convenio con la Asociación de Industriales Metalúrgicos, mediante el cual creamos el Servicio de Asistencia Técnica a la Industria (SATI). Este nos permitió avanzar desde el otro lado, pasar a tener las vivencias de los problemas de la industria y entonces también el "pull” de los conocimientos motivados del sector industrial. Es muy fácil exponerlo así en el pizarrón, años después. En aquel momento fue trabajoso. Diría que el éxito que llegamos a obtener se debió fundamentalmente al factor personal. Al poco tiempo ciertos sectores se convirtieron en clientes permanentes. Así surgió en forma natural lo que podemos llamar transferencia. Si analizamos la evolución del SATI veremos que en los primeros tiempos los trabajos eran, en muchos casos, elementales. En otros casos eran problemas ligados a control de calidad y, así, una gama bastante grande de problemas que hemos clasificado finalmente en cinco grupos.

1. Por un lado, el análisis de fallas en piezas y estructuras. Una industria que empieza con sustitución de importaciones suele tener un control de calidad deficiente, por lo que se producen muchas fallas de servicio. Esa fue una de las ramas de la asistencia técnica en la cual hemos servido, a la que procuramos darle una mirada más amplia: no solamente repara la falla sino evitarla. Allí estábamos haciendo transferencia de conocimientos a la industria. 

2.    El segundo grupo de problemas era el diagnóstico de dificultades en manufacturas. La mayoría de las tecnologías de nuestra industria no son desarrolladas en el país. Son tecnologías no siempre adaptadas a nuestras necesidades, a nuestro mercado. Uno de los problemas que se presenta permanentemente en esa adaptación de tecnología, es modificar ciertos aspectos de la manufactura, o proceso; en definitiva, diagnosticar, evaluar y modificar procesos. 

3.  El tercer grupo es la aplicación de nuevas técnicas. Reemplazar técnicas por otras más modernas. Si se tiene el nivel apropiado de conocimientos se puede aprovechar la información científica que es pública. Sin embargo, en las industrias es importante el secreto de fabricación. En el SATI nos hacen jurar que no se le va a decir a nadie ni el nombre del individuo que nos vino a contratar.

4. El cuarto grupo es la puesta a punto de técnicas de fabricación. En esto yo diría que también hemos hecho un trabajo bastante importante.

5.    El quinto: desarrollo de nuevos productos y patentes. Tenemos del orden de siete u ocho patentes, ya sea sobre pedidos o previendo necesidades industriales. Las patentes que hemos obtenido han sido siempre sobre necesidades actuales de la industria, que habíamos evaluado y vimos que teníamos grupos en condiciones de llegar a obtenerlas.

Centrales nucleares. Dentro del SATI hemos trabajado además en la evaluación de la industria argentina en relación con la Central Nuclear de Atucha. En el estudio de factibilidad se hizo un desglose completo de todas las partes que componían la central nuclear y una evaluación de todo el sector mecánico argentino, determinando su capacidad de construcción. En función de ello, en la firma de contrato con Siemens se estableció que el 40% tenía que ser fabricación nacional. Pensar en estos valores, que pueden parecer bajos, en una tecnología relativamente compleja y sofisticada como es la tecnología nuclear, diría que son muy altos y es muy importante. En todos estos casos hemos dado permanentemente soporte a esos sectores industriales; ya sea en ayudar a adaptar o desarrollar nuevos procesos o mejorar los existentes, como sirviendo de alguna manera en los aspectos más importantes del control de calidad en la parte de ensayos no destructivos.

Un problema de motivación. El balance que haría es que se han utilizado todos los métodos: desde la amistad personal, a la relación a nivel gerencial y la propaganda (hemos intervenido en casi todas las exposiciones industriales que se han hecho) para lograr un objetivo. El compre nacional fue una ley que de alguna manera forzó a recurrir a tecnologías propias. Todos estos diferentes mecanismos permiten aprovechar los agujeros que presentan la estructuras como para poder hacer una transferencia real de tecnología. ¿Dónde puede existir esto? ¿Qué instituto lo puede hacer? Cualquiera. El grupo de metalurgia que existió en la Comisión Nacional de Energía Atómica pudo haber sido creado en cualquier otra institución y hubiera crecido exactamente igual. No es el grupo de metalurgia específicamente de la CNEA, en sí, sino que prácticamente es un grupo que trabaja a nivel nacional y latinoamericano. Somos directores del Programa Multinacional de Metalurgia Latinoamericano. 

En un país como la Argentina esta coyuntura se puede dar en cualquier instituto. Que esta acumulación de conocimientos se convierta en una transferencia real de conocimientos a los sectores productivos se puede dar también y es, fundamentalmente, un problema de motivación. Si la gente tiene conciencia de lo que tiene que hacer, está motivada en hacerlo, lo va a obtener. Irá a la industria dos veces, cinco veces, cincuenta veces. Le dirán que no, hasta que en algún momento, en algún lado le dirán que sí y cuando se empiezan a abrir las puertas sigue todo con relativa facilidad. Nosotros, para llegar a obtener el primer contrato internacional de investigación tardamos dos años medio y era un contrato de tres mil dólares. Ahora estamos diciendo que no a contratos mayores porque no tenemos capacidad y estamos muy ocupados en las Centrales Nucleares de Atucha y Córdoba.

Dedicación exclusiva. Hay un elemento de arrastre que creo que es fundamental y descansa sobre bases científicas serias e implica la dedicación exclusiva. Esto quiere decir que cada investigador en nuestro laboratorio tiene tres funciones muy claras a cumplir, perfectamente definidas: por un lado, una función de creación de conocimiento, a través la investigación; por otro lado, la aplicación de ese conocimiento y eso se hace a través de dos líneas; una hacia el sector industrial, a través del SATI y la otra hacia la Comisión de Energía Atómica, a través de nuestro Departamento de Combustibles Nucleares y Metalurgia Nuclear, que satisface todas las necesidades nucleares de metalurgia que tiene la Comisión (hasta ahora han sido fabricados cuatro reactores en la Argentina. Tres de ellos, con diseño total e íntegramente nuestro, y todos los elementos combustibles han sido diseñados sus prototipos y fabricados, íntegramente en Argentina. Lo único que es importado es el uranio enriquecido. En lo que hace al reactor de potencia de Atucha, a fines del año pasado terminamos el primer prototipo con Know-How íntegramente desarrollado en nuestros laboratorios y ahora nos lanzamos a un segundo prototipo. La fábrica de elementos combustibles se va a montar con el cien por ciento de tecnología desarrollada en nuestros laboratorios. La tercera función que tiene el investigador es la transmisión de conocimientos, o sea, la formación de nuevos recursos humanos. Para eso tenemos convenios con casi todas las universidades y estamos trabajando con todos los grupos que de alguna manera están haciendo metalurgia en el país y en América Latina, mediante acuerdos de colaboración. Se han efectuado en el laboratorio más de veintidós trabajos de tesis de doctorado. En este momento hay veintiocho efectuándose, cuyos títulos los dan las distintas universidades del país o del exterior.

Mantener un tamaño adecuado. Otro tema a considerar es que en todos los laboratorios hay una masa crítica inferior, debajo de la cual el laboratorio no adquiere capacidad de trabajo, pero también una "masa crítica superior”, por arriba de la cual se pierde la filosofía, y los objetivos se hacen difusos, se empieza a aplicar una nueva ley de Parkinson ligeramente modificada para el investigador científico y tecnológico. En ese sentido, nosotros hemos acotado claramente nuestras líneas de trabajo y desde hace dos años no hemos abierto ninguna. Todas las nuevas necesidades que de alguna manera está teniendo la industria, o que por la Comisión, o que nosotros detectamos que tienen que existir, procuramos crearlas en otros centros en la Argentina; en lo posible en el interior, los cuales de alguna manera procuramos que tengan una orientación y una especialidad.

 



[1] British Iron and Steel Research Association (BISRA)

[2] Institut de Recherche de la Sidérurgie (IRSID)

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