domingo, 23 de abril de 2023

¿Hemos perdido el último tren? Diálogo con dos amigos


Las primeras escaramuzas con este blog me han permitido dialogar con dos amigos, a quienes conocí en distintos momentos de mi vida, pero con quienes compartimos la preocupación por el desarrollo del país y el lugar que la ciencia y la tecnología puedan ocupar en tal proceso. 

En ambos queda flotando la idea de que perdemos oportunidades porque en nuestras políticas lo importante queda relegado por lo urgente. Es difícil trazar estrategias y fijar objetivos cuando estamos presos de tal dinámica






Me escribe Daniel Wisnivesky(1):

El tema de la investigación científica y su relación con la sociedad sigue interesándote desde que te conocí en San Miguel. Justamente por ese motivo, te llevé el libro sobre los Bell Labs (2). En ese libro, está bien demostrado, con un ejemplo exitoso, cómo funciona ese tema. Yo entiendo que no es un problema que pueda resolverse en la universidad o en instituciones técnicas o científicas”.

 El desarrollo tecnológico de un país depende de una decisión política tomada por los factores de poder. Aun así cabe una pregunta. ¿Es posible para un país periférico realizar una transformación tecnológica que lo convierta en un actor de peso en el mundo actual? Mi impresión es que ya no queda lugar para eso. Es demasiado tarde. Para liderar en nanotecnología es necesario haber desarrollado la microelectrónica y para hacer computadores cuánticas se precisa de nanotecnología. O sea, años de experiencia acumulada, enormes inversiones y estar parado sobre los hombros de gigantes. Seguimos conversando…

En realidad, no discrepo de lo que decís, le respondí, pero me pregunto si de  verdad tenemos que llegar a ser un actor de peso en el mundo actual. Quizás nos bastaría con ser buenos usuarios de las nuevas tecnologías o aprender a imitar, como lo hizo Corea y antes Japón. Claro que para eso deberíamos tener muy buenos profesionales, lo que es un desafío para las universidades. No estoy seguro de que estén preparadas para hacerlo, pero sobre eso es bueno llamar la atención. Luego de mi respuesta, Daniel continuó nuestra conversación:

 Mencionas como posibles ejemplos a imitar Corea del Sur y Japón. Bueno, Japón era una potencia militar y tecnológica ya en el siglo 19. Corea del Sur es una anomalía, producto de la guerra fría (Taiwán también)”.

 Permitime que te cuente una historia personal, agregó.

 En 2002 me informé sobre el desarrollo de una nueva tecnología para tratamiento de endurecimiento superficial de metales usando plasma para hacer implantación iónica de átomos de nitrógeno (nitruración a plasma). Un proceso ecológico, preciso, que sustituye el método usado normalmente en la industria que se basa en el uso de ácidos, un método insalubre y contaminante que produce resultados poco controlables. La nitruración de metales tiene un amplio uso en la industria. Se usa para endurecer herramientas, moldes, engranajes y matrices. El uso de esta tecnología está en plena expansión en Europa y también en USA, aunque con menor ritmo. El inconveniente del plasma es el costo de la instalación. Con un colega solicitamos financiamiento a un organismo estatal brasileño y conseguimos la suma necesaria para desarrollar la tecnología, construir una planta industrial con capacidad mediana y montar nuestra empresa, para prestar servicios y fabricar equipos. Durante 15 años funcionamos y vendimos algunos equipos y componentes principalmente para grupos de investigación en universidades y un poco para empresas. 

“¿Por qué en Europa ocurre esta mudanza de tecnología hacia la nitruración a plasma y no ocurre en Brasil? En Europa existe una presión de los gobiernos para el uso de tecnologías limpias lo que termina haciendo económicamente inconveniente continuar con tecnologías sucias, eso no ocurre en Brasil y las empresas continúan teniendo ganancias con sus métodos contaminantes. Además, las empresas transnacionales que operan en Brasil compran sus máquinas en sus países de origen. Los países que son tecnológicamente independientes cerraron inicialmente sus mercados a las importaciones. En fin, creo que tener profesionales competentes es sólo una pieza en un complejo rompecabezas. 

No estoy seguro de que sea demasiado tarde para lograr una transformación tecnológica que impulse el desarrollo del país. Como buen voluntarista, creo que siempre hay tiempo para corregir el rumbo. Sin embargo, en el núcleo de su argumento no estoy en desacuerdo con Daniel. Más bien, todo lo contrario. Un par de entradas más abajo en este blog reproduzco el debate en el que por primera vez, en boca de Carlos Martínez Vidal, escuché hablar del “triángulo de Sabato” en el que se expone claramente la necesidad de un gobierno que promueva y regule las relaciones entre las instituciones científicas y técnicas con las empresas. Fue en 1971, precisamente, en el Observatorio en el que ambos trabajábamos. 

En aquel debate Ricardo Kesselman decía que un país subdesarrollado tenía serias dificultades para que tal sistema de relaciones funcionara. De hecho, afirmaba que el desarrollo económico previo era una condición necesaria para la existencia de un sistema autónomo generador de tecnología. Esta consideración le permitía hacer una afirmación que contradecía la mirada más naif de muchos investigadores: la ciencia de por sí no produce desarrollo, sino que se requiere una sociedad industrial moderna como condición previa. Esto incluye, obviamente un gobierno capaz de tomar las decisiones macro y microeconómicas necesarias. Por eso, coincido con Daniel en que tener profesionales competentes es sólo una pieza en un complejo rompecabezas. Pero es una pieza necesaria, quisiera agregar. 

Otro buen amigo, Andrés Cuesta (3), me escribió diciendo que el cierre de mi artículo (en la entrada anterior a esta) sobre los investigadores como posibles parásitos burocráticos coincide con su principal preocupación profesional en este momento. ¿Cómo cerrar el triángulo? se pregunta. 

Estoy trabajando simultáneamente con los dos mundos (hoy más bien con empresas Pyme). No diría que el diálogo es imposible, pero sí que (al menos a nivel local) las prioridades están en otro lugar hoy. Si no tenemos una economía medianamente ordenada, lo importante no se lleva a cabo, sino solamente lo urgente".

Y agrega: 

Hay cuestiones que en cualquier país con una economía ‘normal’ no representan complicaciones: desde importar insumos imprescindibles para producir o establecer una política de ‘pricing’ donde la empresa pueda tener cierta certeza de que realmente obtiene un margen de ganancia porque sabe a qué valores aproximados podrá reponer sus insumos. Para poder trazar el triángulo de Jorge Sabato es condición previa (necesaria pero no suficiente) una macroeconomía ordenada y previsibilidad jurídica. Sólo después podemos empezar a trabajar en el desarrollo de "ecosistemas" de innovación donde la ciencia y la tecnología local puedan impactar en el aparato productivo y viceversa”. 

El relato de Andrés nos habla del mundo real y describe los problemas derivados de la estructura económica y política de Argentina que dificultan el logro de una interacción virtuosa de los vértices del triángulo. Personalmente, estoy convencido de que una política de vinculación entre las universidades y los centros públicos de investigación con su entorno económico y social es un aspecto prioritario de una política científica, tecnológica y ¿por qué no? de innovación.

 

(1) Con Daniel Wisnivesky coincidimos en el Observatorio de Física Cósmica de San Miguel en 1971. Él era físico, venía de doctorarse en la Yeshiva University, New York y se incorporó al Grupo de trabajo de Física del Plasma. Yo estaba a cargo de la Planificación de la Comisión Nacional de Estudios Geo Heliofísicos de la que dependía, entre otros centros, el Observatorio. El golpe militar de 1976 nos separó. Desde hace años, Daniel vive y trabaja en Brasil. La iniciativa y la memoria de Daniel nos volvió a reunir muchas décadas después. Leyó mi blog, todavía en borrador, y me escribió dando pie al diálogo que aquí se reproduce y cuyas opiniones me autorizó a publicar.

(2) Gertner, Jon (2013); The Idea Factory. Bell Labs and the Great Age of American Innovation. Penguin Books. Printed in USA. 

(3) Con Andrés Cuesta nos conocimos durante un período en el que asesoré a la UADE sobre las actividades de investigación. Andrés era -en mi criterio- el gestor más dinámico y lúcido de la universidad. Actualmente es consultor experto en planificación, habilidades analíticas, gestión y trabajo en equipo.

 

2 comentarios:

  1. Muy interesantes los comentarios de Daniel. Coincido en casi todo, pero a pesar de todo sigo siendo optimista si logramos cierta estabilidad y previsibilidad macroeconómica. Todavía tenemos una "reserva" de capital humano que es importante y muchos argentinos en el exterior que pueden ser puente para una integración global (como hizo la India, ciertamente con volúmenes muy distintos a los nuestros). Y coincido que las Universidades y los Centros de Investigación pueden tener un rol muy relevante. Por otro lado, no estoy tan seguro que Corea del Sur haya sido una anomalía, sino más bien un país que aprovechó una oportunidad geopolítica temporal... (ahora los beneficiarios, en estado más embrionario, son también otros: Vietnam, Camboya, Singapur, Filipinas, etc). Incluso nosotros podemos tener también ciertos beneficios temporales en estos momentos por cuestiones geopolíticas (el acercamiento coyuntural Brasil-China nos abre ciertas posibilidades de negociación internacionales que poco antes hubieran sido impensables... sólo es necesario un poco realpolitik para aprovecharlas). Si podemos lograr cierta estabilidad y previsibilidad macro, estamos en un momento con varias líneas de oportunidad abiertas (desde la exportación de energía vía gas licuado o incluso de servicios, tanto de bajo como de alto valor agregado, sin mencionar a otros complejos exportadores de recursos renovables y no renovables que aún no hemos empezado a desarrollar con seriedad -pesca y minería-). Pensemos que nuestra gran ventaja competitiva (la Pampa Húmeda) está en riesgo a partir de los fenómenos de cambio climático. La CyT sin embargo puede ayudarnos para aminorar sus efectos. En todos estos campos la CyT local presente en las universidades y centros de investigación, es decir nuestra gente más formada y calificada, tiene mucho para aportar... No necesariamente para innovar disruptivamente, pero quizás sí para tomar y adaptar paquetes tecnológicos ya existentes a las necesidades locales. Para ello es necesario que se pueda establecer un diálogo genuino con los sectores productivos, generando lazos de confianza que permitan dar lugar a relaciones ganar-ganar. El modelo sirve y se reproduce virtuosamente cuando todos los actores ganan (sector productivo, sector de CyT, sociedad civil y gobierno). El tema es que el acceso a "esa ganancia" normalmente excede la duración de uno o dos períodos gubernamentales.... Y no rinde beneficios políticos a corto plazo, como por ejemplo ampliar la planta de personal en CyT. Por eso implica necesariamente acuerdos de base que vayan más allá de líneas de trabajo de una gestión y sean políticas de Estado a largo plazo.

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  2. Eduardo Martínez29 de abril de 2023, 8:40

    [[5:20, 29/4/2023] Eduardo Martínez: Caro Mario,
    Nunca es tarde para emprender una aventura, sobre todo si es intelectual.
    "Usted replicará que la realidad no tiene la menor obligación de ser interesante.
    Yo le replicaré que la realidad puede prescindir de esa obligación,
    pero no las hipótesis"
    Jorge Luis Borges (1941), La muerte y la brújula; en Ficciones
    [5:22, 29/4/2023] Eduardo Martínez: Hemos perdido el último tren?
    En los últimos 50 años, en el conjunto de las actividades científicas y tecnológicas en América Latina hemos asistido a procesos y tendencias relativamente identificables:
    1. De la política de autonomía restringida a la política de modernización, de la 'Política de la ciencia y la tecnología' a la 'Política para la innovación'
    2. Del énfasis en la oferta de la investigación y la demanda social al énfasis en la demanda del mercado de las empresas productivas (investigación aplicada), de la búsqueda del conocimiento al rastreo y persecución de la innovación
    3. De una concepción tradicional de la investigación y una asignación rutinaria de los recursos, a la pretendida gestión eficiente de la investigación, la evaluación del desempeño, y la vinculación con las unidades productivas
    4. Del rol de promoción y de participación del Estado en la investigación, a la configuración de un ILUSORIO "sistema nacional de innovación" (a lo sumo algunos sistemas locales y efímeros de articulación C-T-I)
    5. De la ausencia de evaluación y de control de calidad de la educación superior a los formales y vacíos procesos de evaluación y acreditación académica
    6. De la 'institucionalización gubernativa' (por y para) a la reducción del Estado
    7. De restricciones presupuestarias nacionales a los recursos de los proyectos (préstamos) del BID y el Banco Mundial. Quizás entre los pocos efectos tangibles que fortalecieron las competencias y capacidades institucionales (formación de alto nivel, equipamientos)
    8. De economías nacionales cerradas a economías abiertas: globalización y el espejismo de la localización de las actividades de I&D y de los procesos de innovación tecnológica
    A no ser desde una perspectiva voluntarista e ilusa: "el último tren, ni el primer tren' nunca existieron.

    El Financial Times, principal periódico de la banca internacional, reconoce más de 70 años de excesos financieros y abusos por parte de los bancos, los mercados y las oligarquías en todo el mundo, y ahora aboga por el fortalecimiento del Estado, admitiendo la prioridad de las personas y la inversión social antes que el mercado y las ganancias de las empresas. Es muy tarde.
    La única opción: la utopía de un 'Proyecto nacional', despertar nuestra conciencia social y política, mejorar nuestra organización social y política, y recuperar el control del Estado, reivindicando aspiraciones sociales colectivas.
    [5:33, 29/4/2023] Eduardo Martínez: Gran abrazo,
    Eduardo

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