miércoles, 22 de enero de 2025

Acerca de la “intolerable” autonomía universitaria

En Argentina, 2024 ha sido un año duro para las universidades públicas. El discurso del gobierno fue inesperadamente agresivo y estuvo cargado de acusaciones de manejos económicos turbios y privilegios injustificados. En la práctica, el presupuesto universitario fue reducido y los salarios docentes quedaron por debajo de otros sectores de la administración pública, ya de por sí retrasados con respecto a los del sector privado.

La consigna de defender a las universidades tuvo inicialmente un fuerte apoyo popular y hubo marchas multitudinarias en las principales ciudades, aunque luego el clima de protesta se fue diluyendo. En un segundo embate, el gobierno acusó a las universidades de no rendir cuentas de su ejecución presupuestaria, exigiendo que se realizaran auditorías por parte de la Sindicatura General de la Nación (SIGEN). Hubo una nueva protesta, pero mucho menos significativa y, aunque la UBA se negó a ser auditada por la SIGEN, otras universidades optaron por acceder. Al deterioro del contexto le siguió la fatiga y el pesimismo. Algunos docentes han optado por pasar de las universidades públicas a ciertas privadas que pagan mejores salarios, mientras que otros tratan de seguir su actividad en el extranjero. Hay quienes hablan ya de una nueva fuga de cerebros, si bien no es evidente que eso ya esté ocurriendo a gran escala.

Preguntas necesarias

La interpretación de estos hechos requiere dar respuesta a una serie de preguntas. Algunas de ellas son:

  ¿Cuál es la razón de la hostilidad del gobierno con las universidades nacionales? ¿Se basa en una confrontación de modelos educativos o tiene otras raíces?

  ¿Es un conflicto estrictamente local o tiene algún parentesco con procesos similares en otros países? ¿Tiene alguna relación con el auge del “gerencialismo” que denuncian las universidades europeas?

   Las acusaciones del gobierno acerca de irregularidades administrativas ¿tienen fundamento real?

   ¿Enmascara este conflicto otros problemas que deberían ser afrontados por las propias universidades y por la política pública?

 Los motivos del gobierno

Es probable que en su origen los motivos hayan sido presupuestarios. Dado que uno de los pilares de la política económica es el equilibrio fiscal, los recortes de presupuesto se orientaron a sectores políticamente más frágiles, como los jubilados, los investigadores y los docentes universitarios, además de los despidos de contratados en la administración pública. En el caso de las universidades nacionales, casi el noventa por ciento del presupuesto son los sueldos, de modo que su reducción tiene un impacto salarial directo. Pero no es la única razón. La práctica política del gobierno de Milei puede ser caracterizada como un populismo a la inversa. Si bien se presenta como contracara del modelo populista propio de la etapa kirchnerista, no sostiene una visión de respeto a la pluralidad (que sería lo propio de un gobierno liberal), sino que ofrece la imagen del espejo cuando estimula la división de la sociedad en dos polos contrapuestos: los nuevos “buenos” y los nuevos “malos”, a quienes caracteriza como “la casta”. Lo llamativo es que la conformarían, según su interpretación, todos aquellos que se han valido del estado para empobrecer al resto de la población, término que puede extenderse a quienes simplemente creen en el estado y lo consideran algo valioso. En esta visión tan amplia del concepto, los científicos y los docentes universitarios son casta porque viven de los recursos que les proporciona el estado, pero no se atienen a sus directivas invocando la libertad académica y la autonomía universitaria.

Un aspecto no menor que se manifiesta en este conflicto es que tanto el sistema científico, como el universitario, fueron discursivamente privilegiados por el gobierno anterior, lo que se tradujo en una adhesión mayoritaria por parte de sus miembros. Resulta paradójico que, como he señalado en artículos anteriores, se trató en gran medida de un privilegio casi exclusivamente retórico, ya que en el caso de la ciencia y la tecnología los aumentos presupuestarios estuvieron dentro de una tendencia histórica y en el de las universidades se expandió el sistema sin una planificación razonable de la oferta de educación superior. El problema es que lo discursivo, tanto en el populismo actual, como en el anterior, es casi más importante que los datos objetivos. Es la hora de los relatos. Desde esta perspectiva, no es una diferencia de teorías educativas lo que explica el conflicto, sino que es la confrontación simbólica la que explica en gran medida la conducta del gobierno frente al mundo académico.

Un fenómeno global

Se trata de un problema local, sin ninguna duda, aunque habría que leerlo también en una clave más global. El león no solamente ruge en Argentina. Las universidades madrileñas, por ejemplo, están sometidas a presiones similares. ¿qué es lo que está en juego? ¿Una cuestión puramente presupuestaria? La publicación española Espacios de Educación Superior (ESdeES) señala que en el fondo se trata de un cuestionamiento radical a la autonomía universitaria, ya que ésta es poco compatible con los criterios políticos prevalecientes en los últimos años a nivel general. Los populismos de izquierda y de derecha son autoritarios, incluso los autoproclamados liberales.

En la actualidad europea, señala la publicación española, los sistemas universitarios se encuentran ante una crisis financiera generalizada que se expresa en despidos, cierres o fusiones. Es una situación que se puede encontrar tanto en los países referentes de la educación superior, como Estados Unidos, Reino Unido o Australia, como en el entorno europeo continental. Según la Asociación Europea de Universidades (EUA) el 44 % por ciento de las universidades europeas informan de una financiación decreciente en los últimos cinco años, mientras que el 70 % identifican la falta de financiación como uno de los tres principales obstáculos para mejorar el aprendizaje y la enseñanza. En Argentina y -probablemente- en otros países de América Latina sucede algo similar, pero sin la sutileza propia de sociedades con mayor tradición institucional.

El medio español destaca además el surgimiento de otra confrontación, esta vez interna a las universidades, a la que denomina como “ascenso del gerencialismo”. Se trata de un rasgo generalizado en muchos países, por el cual la conducción de las instituciones universitarias va quedando en manos de autoridades administrativas, lo que genera una progresiva confrontación entre la cultura académica y la gerencial, cuya lógica tiene parámetros de éxito que difieren de los valores académicos tradicionales, lo cual es intrínsecamente conflictivo.

Esta nueva impronta del gerencialismo es a su vez la expresión de algo más profundo, como la desconfianza y el cuestionamiento a las universidades autónomas, por parte de los responsables políticos. El enfoque administrativo o gerencial surge en el ocaso del estado de bienestar y somete los procesos a la lógica de los mercados, sigue interpretando ESdeES. A partir de esta visión son éstos los que determinan las formas de gestión, con las contradicciones insalvables que tal intromisión supone para las universidades académicamente autónomas, pero a la vez sujetas a normativas que regulan la aplicación de recursos públicos.   

Desde esta perspectiva, hay un conflicto básico con la autonomía universitaria porque en sí misma contradice el “pensamiento único” y la lógica de mercado que impera en la economía. En consecuencia, para los gobiernos de esta ola post neoliberal que es cada vez más fuerte en muchos países, la autonomía universitaria es percibida como una amenaza que abre la puerta a opciones no deseadas por las autoridades de turno y debe ser controlada desde una severa regulación, controles exhaustivos y progresiva desinversión. No es sorprendente, por lo tanto, que los gobiernos ataquen la autonomía de las universidades con normativas severas y limitación presupuestaria.

En el mismo sentido, la mirada de mercado sobre la educación superior implica la conformación de un mercado global que es por naturaleza competitivo y ordenador. Consecuencia lógica de esta tendencia es la demanda de una jerarquización cualitativa que con criterios muchas veces discutibles facilite la comercialización de la oferta formativa y del conocimiento, a la vez que sirva para generar legitimidades políticas y sociales. Tal necesidad dio lugar desde a la aparición de los rankings globales. Bajo esta perspectiva -señala la publicación española- el ejercicio de la autonomía universitaria pasa a ordenarse en torno al “ideal de Harvard”. La importancia de los rankings ha llegado a ser tal que el número y posición de las universidades presentes en ellos pasó a ser considerado como un valor político en sí mismo y como una cuestión de Estado en la que se dirime la reputación nacional.

Rendición de cuentas

De lo visto hasta aquí se sigue que el conflicto tiene una dimensión global como parte de la visión propia de la nueva derecha, hoy en auge en el mundo. En cuanto a su manifestación local, cabe preguntarse si las denuncias del gobierno argentino sobre irregularidades administrativas por parte de algunas universidades son ciertas o no. Eso lo dirán las auditorías, más allá de que algunos casos han sido ya judicializados, como la producción de una telenovela que nunca se exhibió, o la transferencia de recursos a las universidades para la contratación de empleados de organismos públicos. Este atajo para obviar trámites y normas burocráticas se ha utilizado también en forma similar por parte de varios gobiernos, transfiriendo recursos a algunos organismos internacionales que los administraban con mayor elasticidad, cobrando un canon por este servicio. Se trata, por supuesto de un mecanismo legal, pero que también es peligroso porque hace posible irregularidades. Es de público conocimiento que en muchos casos la mayor flexibilidad administrativa de las universidades y la aplicación de términos contractuales como norma de ejecución presupuestaria facilitó una forma de financiamiento muchas veces espuria por parte de algunas universidades, sobre todo aquellas cuyas autoridades eran del mismo color político que el gobierno.

Si bien son los organismos institucionales de control los que deben expedirse, hay muchos aspectos estructurales sobre los que es necesario debatir porque, aunque no se trate estrictamente de irregularidades, entran en el terreno del uso adecuado de los recursos públicos y también en el del cumplimiento de la misión institucional. Algunos de estos tienen que ver con las diferencias salariales entre las autoridades universitarias y los docentes. Se ha dicho que en muchos casos se trata de universidades pobres con autoridades ricas, lo cual es un recurso discursivo que en algunos casos se aproxima mucho a la realidad.

También la masividad atendida con docentes de baja dedicación (y bajos ingresos) es un problema relacionado con la calidad educativa, el diseño de una oferta adecuada a las necesidades de los estudiantes y la utilización razonable de los recursos. Se ha multiplicado la cantidad de universidades e institutos universitarios, así como la oferta de carreras, sin que exista un número suficiente de docentes que permitan garantizar la calidad necesaria. Se multiplican las dedicaciones parciales, lo que agrava la situación de bajos salarios docentes. Otro aspecto que considerar es la tasa de deserción que se estima alta, sobre todo en la parte inicial de las carreras. Los datos oficiales sobre deserción son cuestionados por diversos estudios que incluso discrepan sobre el significado del concepto y la metodología para su medición. Sin embargo, no se puede obviar la importancia social que significa para tantos estudiantes no concluir sus carreras. Todo esto es cierto, pero no alcanza a justificar la dimensión del ataque y el desafío que implica hacia la necesaria libertad de pensamiento, que hace a la esencia misma de la universidad.

La problemática sustraída al debate

Estos y otros aspectos nos llevan al siguiente punto: ¿enmascara el conflicto actual otros problemas que deberían ser afrontados por las propias universidades y también por la política pública? Personalmente, no me parece plausible la hipótesis de que el conflicto abierto entre el gobierno y las universidades públicas tenga por finalidad enmascarar otros problemas de mayor complejidad, y no porque no existan. Es un terreno complicado para hacer afirmaciones muy netas, ya que la lógica de la controversia política por estos días hace verosímiles ambos relatos para quienes creen en ellos: por un lado, el de unas universidades enraizadas en la sociedad que son hostilizadas por un gobierno autoritario y por otro lado el de un gobierno que llegó para salvar al país del déficit fiscal y la inflación pero se ve desafiado por universidades (y universitarios) que se niegan a renunciar a sus privilegios. En Argentina hace tiempo que la política se despliega en relatos antagónicos. Creo, sin embargo, que desde el gobierno, que es el actor con mayor fuerza en este escenario se manifiesta una intolerancia marcada con la autonomía de las universidades (que es paralela a la intolerancia que manifiesta hacia las divergencias, en general). No se trata, por lo tanto, de una confrontación de modelos educativos, sino de una colisión entre un poder que no tolera las disidencias y unas instituciones (las universidades) que defienden su autonomía.

Existe, sin embargo, una problemática que atañe, tanto a las universidades, como a la política pública de educación superior y debería formar parte de una agenda compartida por diversos actores. Un repaso a diversos textos sobre el problema universitario argentino muestra que en el pasado reciente ha habido dos ejes sobre los que ha oscilado el debate y la toma de decisiones en esta materia; estos son, de un lado, el de la calidad y la excelencia, mientras que del otro la equidad social y la inclusión. En mi opinión se trata de una confrontación estéril, ya que a priori no tiene sentido renunciar a ninguno de ellos. Más bien, el desafío es el de articular un sistema que garantice la igualdad de oportunidades en el acceso -y en la permanencia- de las carreras universitarias de excelente calidad. En definitiva, sería deseable lograr que haya un alto número de graduados con muy buena formación. Para que esto se logre en todas las universidades del país, más allá de su historia, es necesario rediseñar el sistema de educación superior.

Una urgencia de primera magnitud deviene del cambio tecnológico acelerado, la nueva revolución industrial que incluye la inteligencia artificial entre otros avances como las neurociencia, las ciencias del comportamiento, la biotecnología y muchas otras disciplinas que evolucionan vertiginosamente. En este sentido, la separación de los sistemas universitarios y el científico tecnológico es un problema. Desde la política sería aconsejable reunir todo el complejo en un órgano que articule universidades e investigación.

La relación de las universidades nacionales con el sector privado incluye necesariamente que las universidades públicas y las privadas dialoguen activamente sobre las respuestas que debe dar el sistema en su conjunto. Unas y otras están urgidas a hacer una lectura de la realidad actual y sus tendencias. Deben hacerlo en el ejercicio de su autonomía porque no son dependencias públicas cuya práctica deba ajustarse a la lectura del gobierno de turno. Entiendo que esta autonomía resulte intolerable para un gobierno con tendencia a exhibir rasgos mesiánicos (las fuerzas del cielo). Se trata de un conflicto no menor que sólo puede ser resuelto en el marco de una maduración política y social.

En cualquier caso, la autonomía universitaria, que es una condición necesaria para garantizar la libertad de pensamiento, el diálogo y la creatividad, debe ser repensada porque el paso del tiempo hace que su alcance y ejercicio no puedan ser iguales a los de la reforma de 1918. Es necesario redefinir los términos. Mucha reflexión, debates y acuerdos son necesarios para alcanzar una idea actual y eficaz de la autonomía.

11 comentarios:

  1. Querido Mario,
    Empiezo deseándote a ti y a los tuyos un año generoso.
    Leí atentamente la reciente edición de tu blog. Como siempre, un análisis revelador.
    En algunos foros he seguido las dificultades en los campos de la educación superior, la ciencia, la tecnología y la innovación en Argentina en los últimos años. Entidades de las que formo parte, como la Sociedad Brasileña para el Progreso de la Ciencia, han expresado públicamente su preocupación por ese estado de cosas.
    El apartado del blog que busca responder si se trata de un fenómeno global se sustenta principalmente en lo que está sucediendo en Europa. Creo que sería útil incluir a los demás países (o al menos algunos) de América Latina en esta visión más amplia.
    Quizás ayudaría dialogar con el ciclo nacional sobre autonomía universitaria (de las instituciones públicas) que estamos realizando en Brasil. Son cinco seminarios, uno en cada región. Ya tuvieron lugar en Florianópolis (organizado por la UDESC), en São Paulo (por la USP) y en Recife (por la UFPE). Los próximos serán en Belém (organizado por la UFPA, el 27 de marzo) y en Goiânia (por la UFG). Pretendemos concluir con un seminario de síntesis en el Congreso Nacional, en junio, presentando las conclusiones y propuestas recogidas.
    Puedo enviarle, si estás interesado, la Carta de São Paulo, que resume el 2º. seminario que organizamos.
    ¿Qué opinas de crear un espacio latinoamericano sobre el tema?
    Reciba un cordial abrazo.

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  2. Mario, muy buena, información y reflexiones. Lamentablemente con el mileismo predomina la confrontacion, la agresividad y el relato.

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  3. Querido Guilherme, muchas gracias por tu comentario, que encuentro muy acertado. Es cierto que al analizar si se trata de un fenómeno global mencioné casi exclusivamente ejemplos europeos. Coincido en que ahora debería prestar atención a lo que ocurre en otros países latinoamericanos y no me sorprende que Brasil haya tomado la inciativa con su ciclo de seminarios regionales. Me gustaría mucho leer la Carta de Sao Paulo y poder abrir un espacio latinoamericano sobre el tema. Espero que me des una mano para poder hacerlo. Cuento contigo y con otros amigos igualmente interesados en esta reflexión. Un abrazo.

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  4. Hola Mario. Muy buena tu nota. Encontré un informe sobre financiamiento de universidades estadounidenses muy interesante y útil para pensar algunas tendencias europeas y, en menor medida, latinoamericanas. https://www.goacta.org/wp-content/uploads/2021/08/The-Cost-of-Excess-FINAL-Full-Report.pdf

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  5. Muy buena tu reflexión Mario en lo referente a la forma autoritaria del gobierno actual, especialmente del presidente. Esto choca con la idea de autonomía universitaria. Lo autoritario es contrario a lo autónomo.
    Lo que sí veo es que nuestras universidades hacen poca investigación y lo más grave es que no protegen las innovaciones que se publican, habiéndose demostrado que países avanzados toman esas investigaciones, les agregan algo y las patentan para transferirlas a las industrias y cobrar regalías. O sea que regalamos conocimiento.
    Si el mayor valor de la economía es el conocimiento debemos protegerlo para poder transferirlo y recibir regalías, gestión que no hacemos. En el anuario que creaste se muestra que las solicitudes de patentes del país son bajísimas y descienden año a año. Este es un recurso muy importante en las grandes universidades del mundo. También las donaciones que logran de exalumnos exitosos con muy buen posición económica. Sin estos recursos, nuestras universidades dependen enteramente del Estado. Un abrazo cordial

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  6. Gracias por tu comentario, Arturo. Estoy de acuerdo con tu opinión, ya que desde hace algunos años ambos coincidimos en algunas iniciativas para estimular la producción científica y el patentamiento en las universidades. En algunos sectores, como el de la biotecnología, afortunadamente la situación es distinta y permite que Argentina tenga una posición relevante a nivel internacional. Pero no es un fenómeno general y predomina en el mundo académico una idea contraria a la "privatización del conocimiento", lo que conduce a depender exclusivamente del presupuesto publico. La consecuencia es como la describís: las universidades y los centros públicos de investigación pierden recursos que mejorarían mucho su posición. En cuanto a la autonomía, me parece una frase feliz la tuya: "lo autoritario es contrario a lo autónomo". Esto abre la puerta a la discusión de qué significa la autonomía en el momento actual, de cambio tecnológico acelerado. Un abrazo.

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  7. Estimado Mario, sempre pertinente, agudo e certeiro em seus comentários, análises e reflexões! As justificativas e os argumentos desses governos são falaciosos e, inequivocamente, mal intencionados. Tempos sombrios, que nos lembram, entretanto, que já foram também superados! O ideário autoritário-populista inclui o ideal da ignorância como prática educativa. Haveremos de superá-lo com a esperança que nos dá a cultura científica e a força que nos une no conhecimento! Seu texto é parte dessa luz!

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  8. Carlos Pérez Rasetti29 de enero de 2025, 18:48

    Querido Mario, impresionante tu análisis, tu síntesis y me interesan tus propuestas. Eso en la primera lectura. Sigo más tarde con más tiempo. Por lo pronto, muchas gracias por tu lúcida estímulo a la reflexión.

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  9. Elena Castro Martínez5 de febrero de 2025, 16:47

    Querido Mario:
    Estos días, viendo las tropelías de Miley en Argentina, Trump en EEUU, Netanyahu en Gaza,… me viene a la cabeza la respuesta de Unamuno al líder de los golpistas Millan Astray, que gritó en la sede universitaria “¡Muera la inteligencia, viva la muerte!”, cuando hablaba Unamuno, que era rector de la Universidad de Salamanca (lo echaron por eso). Cuando le dejaron tomar la palabra, dijo: “!Venceréis, pero no convenceréis. Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta, pero no convenceréis porque convencer significa persuadir. Y para persuadir necesitáis algo que os falta en esta lucha: razón y derecho. Me parece inútil pediros que penséis en España.”
    Ahora, no solo es fuerza bruta lo que dominan, sino también las redes sociales, en las que la mentira campa sin freno. Todo es terrible y uno se siente impotente. Tenemos que refugiarnos en lo que está a nuestro alcance. Por si te sirve, te paso el artículo de un periodista que al menos a mí me ha consolado un poco.
    Un abrazo grande, Mario, muy grande, Elena

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  10. Elena Castro Martínez5 de febrero de 2025, 16:52

    El vínculo al artículo mencionado:
    https://elpais.com/opinion/2025-01-29/una-extrana-rebeldia.html

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  11. Miguel A. Quintanilla11 de febrero de 2025, 6:03

    Mario: Muchas gracias por tu texto y tus reflexiones sobre la crisis de la autonomía universitaria. Por el momento, no puedo añadir nada más, salvo dejar constancia de lo interesante del tema y de tus reflexiones. Si puedo encontrar tiempo y fuerzas, no descarto enviar un texto más amplio en las próximas semanas. Se trata de poner el foco no solamente en los gobiernos y sus políticas científicas y universitarias, sino también en las propias instituciones académicas, el valor de su autonomía y de la percepción del mismo por parte de la ciudadanía.
    Bueno, lo dicho: gracias y hasta pronto.
    Un abrazo.
    Miguel A. Quintanilla

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